domingo, julio 23, 2006




...CUENTOS INCREIBLES...

NO SUFRIR
(Un cuento increíble de Verónica Ocaña)


El señor Wrong se levantó un buen día decidido a cambiar su vida. Se dio cuenta de que por algún motivo era infeliz, y tras meditarlo detenidamente, decidió eliminar de su vida todo sufrimiento. “El sufrimiento – se dijo- es sin duda el culpable de que yo me sienta mal frecuentemente. El sufrimiento no le gusta a nadie. Yo puedo aplicarme y empeñarme y eliminar el sufrimiento de mi vida, y de esta forma, ser más feliz”.

El señor Wrong tenía la mejor de las metas posibles: ser feliz. Por ello, dedicó toda su atención a la tarea. Ser feliz a través de la eliminación del sufrimiento… ¿qué faceta de su vida debía modificar antes…? Veamos… estaba el trabajo, estaban las actividades de ocio, y por supuesto, por supuesto, estaba el área delicada de las relaciones personales.

Comenzando por el área laboral, el señor Wrong decidió que su trabajo le causaba sufrimiento: debía levantarse por la mañana para meterse en un vagón lleno de gente que solía oler regular tirando a mal, aguantar en una oficina gris y plomiza un jefe tiránico y lleno de taras laborales y morales, unos compañeros insolidarios y tristes, unas tareas rutinarias y pesadas… todo ¿para qué? Todo le causaba malestar, todo le agobiaba, le entristecía, le pesaba… así que, puesto que afortunadamente contaba con medios económicos suficientes debido a una herencia, decidió abandonar el trabajo y buscar otro empleo que no le causara sufrimiento.

Durante tres semanas compró periódicos y asistió a entrevistas, y comprobó que todos los trabajos le parecían aburridos y monótonos, que los entrevistadores y las empresas le disgustaban, y las tareas le resultaban tediosas. Así que pensó… “¿para qué trabajar…? No necesito el dinero y todo esto me está haciendo pasar malos ratos. ¡no trabajaré!”

Y a partir de ese momento, el señor Wrong se dedicó a sus actividades deportivas y de ocio, a sus pasatiempos, a salir y viajar, y a visitar amigos. Y comprobó que su decisión no podía haber sido mejor, puesto que dejó de sufrir por su trabajo.

Pero esto, por supuesto, era para el señor Wrong sólo el principio de una profunda reconversión dirigida a no sufrir más. Miró a su alrededor, y encontró que en el mundo de sus pasatiempos también pasaban cosas que lo hacían sufrir. Por ejemplo, en el último viaje realizado (a un país exótico de nombre impronunciable), le habían robado en el aeropuerto, y había pasado mil penurias para que le enviaran dinero. En otro país, un tipo muy desagradable, compatriota suyo para su desgracia, se había pegado a él como una lapa y le había arruinado varios días muy hermosos por bellos lugares. En otro viaje, pilló un virus desconocido y en otro sufrió una gastroenteritis muy desagradable. En todos los viajes, por añadidura, se sentía agotado y un poco deprimido al volver a casa: tal vez todo era siempre más bonito en las postales. Y decidió que no quería volver a sufrir por tanto ajetreo, tanta desventura y tanta complicación, por lo que decidió que no volvería a viajar en una larga temporada.

Y a partir de ese momento, el señor Wrong se dedicó a sus actividades deportivas y de ocio en su propia ciudad, a sus pasatiempos, y a visitar amigos de su ciudad. Disponía de más tiempo y verdaderamente tenía menos complicaciones. Y comprobó que su decisión no podía haber sido mejor, puesto que dejó de sufrir por los viajes.

Tras unas semanas de salir con los amigos, su tranquilidad se acabó. Fuera porque los veía más a menudo, fuera por las circunstancias personales de cada uno de ellos, fuera por otros motivos, el señor Wrong discutió con varios conocidos y tuvo varios desencuentros con sus amistades. Entonces, de verdad, sí sufrió el señor Wrong. Sentado en su hermosa casa, con todo el tiempo disponible para él, meditó y meditó sobre lo que él dijo, lo que le dijeron, sobre los motivos para lo que le dijeron, sobre las otras posibles cosas que sin duda deberían haberle dicho, sobre la ingratitud humana, sobre la falsedad de las personas, sobre las decepciones y el amor. Y en estos días sintió que su corazón se rompía, ya que, razonaba él, si tanto había luchado y a tanto había renunciado por no sufrir, ¿cómo era posible que ahora esta parcela de su vida le creara tal trastorno, las noches sin dormir, las palabras medidas y nunca adecuadas, el constante preocuparse por el otro, la tristeza del desencuentro…? ¿De qué le servía, verdaderamente? ¿no era aquello lo que más daño le estaba haciendo? Así que un buen día, decidió romper con todas sus amistades. Pensó que le hacían daño constantemente con sus pequeñas intrigas y sus tonterías, y sólo encontró complicaciones y problemas en estas relaciones. Decidió que más adelante, cuando pasara una época tranquilo, encontraría la forma de lograr nuevas amistades mucho mejores, amistades que no le hicieran sufrir nunca.

Y a partir de ese momento, el señor Wrong se dedicó a sus actividades deportivas y de ocio en su ciudad, a sus pasatiempos (esta vez solitarios), a salir solo. Y comprobó que su decisión no podía haber sido mejor, puesto que dejó de sufrir por sus amigos.

Parecería que todo era perfecto en la vida de nuestro querido señor Wrong, sin embargo, no era así. Al cabo de varios meses de tranquilidad y de paz sin problemas, complicaciones o sufrimientos causados por los motivos de los que se había ya deshecho, el señor Wrong encontró que verdaderamente tenía muchas más cosas en su vida que le hacían sufrir de las que él imaginaba. El trabajo iba a ser largo y duro, de cara a librarse de tanto motivo de sufrimiento, puesto que descubrió nuevas causas de problemas, complicaciones y displacer, y bastante graves.

El señor Wrong llevaba ya tiempo meditando acerca de que, aunque había tenido un notable éxito librándose de complicaciones, molestias y problemas que le hacían sufrir, por algún inexplicable motivo no se sentía bien, no era feliz. Pensó y pensó (tenía tiempo de sobra) hasta que encontró la razón. Y la razón era que tenía otras muchas circunstancias que le hacían sufrir, y por lo tanto, de las que debía librarse, una de las cuales, la más grave era su cuerpo, y concretamente sus miembros, brazos y piernas. Los miembros del cuerpo del señor Wrong le causaban molestias, complicaciones y problemas sin fin… y no es que fueran unos miembros insanos o padecieran enfermedades, es que, bueno, pensándolo bien, la pierna derecha, por ejemplo, se tropezaba constantemente con los muebles del salón (especialmente una mesita baja que había), su tobillo se torcía constantemente, al caminar a veces se golpeaba (con objetos, con otras personas…) por lo que a veces tenía moratones en ella, se cansaba y en invierno le dolía la rodilla. En definitiva, le hacía sufrir con miles de miles de pequeñas molestias por el estilo, que su continuidad hacía insufribles.
Por otra parte, pensaba el señor Wrong, cuatro miembros, dos piernas, dos brazos… eran demasiado miembros, demasiados miembros… dos piernas y luego dos brazos, llenos de receptores sensoriales que le transmitían mensajes de dolor, de calor excesivo, de frío abrumador, de golpes o rozaduras, llenos de piel sensible que sufría alergias, eccemas, picaduras, arañazos, cortes… llenas de sensibilidad para sufrir.
El señor Wrong sufría sobre todo debido a su pierna derecha, en la que su rodilla le causaba especiales molestias. Además, el gemelo de esa pierna solía “montársele”, y por si fuera poco, sufría frecuentemente esguinces. Estaba harto, y sensatamente decidió no sufrir más. Decidió que aquella pierna debía desaparecer. Y lógicamente, buscó un médico apropiado, y tras pagar una suma adecuada, se la amputó.

Y a partir de ese momento, el señor Wrong se dedicó a sus actividades en su ciudad, a sus pasatiempos. Y comprobó que su decisión no podía haber sido mejor, puesto que dejó de sufrir por su pierna derecha, ya que no la sentía, ya que había dejado de existir.

Podríamos pensar que por fin, tras mucho meditar y trabajar por dejar de sufrir, el señor Wrong era por fin feliz. Sin embargo, extrañamente, no lo era. Él mismo era consciente de esta circunstancia, y siendo como era un hombre activo e inteligente, decidió resolver de una vez por todas la cuestión. ¿Qué era lo que le causaba sufrimiento ahora…? Tras mucho pensar, se dio cuenta de que el esfuerzo anterior con la pierna derecha había sido sólo un parche. Aún tenía tres miembros más llenos de posibilidades para sufrir, y que diariamente le causaban un sinfín de molestias y pequeños disgustos, y dolores… decidió, pues ponerse manos a la obra, y pensó que sin duda, de ellos, el que más le molestaba era el brazo derecho… que era el más sensible… así que decidió…


(Continuará…)








CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN:

- Todos los seres humanos buscamos la felicidad.

- La felicidad a veces se busca a través de la eliminación del sufrimiento.

- Cada elemento de nuestra vida que nos aporta sensibilidad y emociones, puede hacernos sufrir.

- El sufrimiento es la otra cara de la ausencia de algo que hemos querido mucho. Sufrimos mucho porque queremos mucho.

- Cuando eliminamos de nuestra vida un elemento que nos hacía sufrir, también eliminamos las posibles satisfacciones que podría habernos aportado.

- Cuando tratamos de eliminar el sufrimiento eliminando un elemento necesario para nuestra felicidad, eliminamos el sufrimiento y la posibilidad de la felicidad. Con lo cual no eliminamos el sufrimiento.

- El ser humano que no está en contacto con sus verdaderas necesidades, emociones y sentimientos, que no está en contacto consigo mismo, puede mutilar una parte de sí mismo muy importante para su felicidad.

- El ser humano necesita y busca el afecto. El afecto a través de la amistad, y el afecto a través de una pareja, son muy importantes para ser feliz, ya que cubren necesidades básicas del ser humano (necesidad de contacto, necesidad de cercanía emocional con otro/otros…).

No hay comentarios: